Olimpíades del 92, MWC y otras contradicciones
CAT El día que inauguraban las olimpiadas del 92, nosotros volvíamos de Bolivia. Cuatro años viviendo en Charagua, en el Chaco boliviano, un rincón de mundo mal comunicado, y sin teléfono, ni siquiera electricidad excepto la que hacía 4 horas al día un motor de gasolina. Mi hijo mayor que tenía dos años, le parpadeaban los ojos viniendo del aeropuerto y pasando por el túnel de la Pl. España. Lámparas, lucecitas, lucecitas, decía. Por lo que había vivido y veía cada día aquello era un derroche a todas luces, valga la redundancia.. Recuerdo también la sensación de angustia de ir de compras a un supermercado de una gran superficie. La sobreoferta y la abundancia de comida eran chocantes y nos producían angustia y bloqueo. En Bolivia, no pasamos hambre, pero las opciones de variedad de comida eran limitadas. Incluso en las grandes ciudades, donde cuando veías algo que te interesaba tenías que comprarlo porque no sabías cuándo volvería a estar. Y en medio de ese cambio, Barcelona hervía ent