Dos historias reales que rara vez salen en la prensa
Llovía con alegría. David, a pesar de ser invidente, lo sabía. Su fino oído y olfato se lo dicen a él, antes que al resto. Un bastón blanco, para la mayoría, refleja más discapacidades de las reales.
Un chico que ignoraba esto se le acercó y le dijo:
– No salga, llueve mucho.
– Muchas gracias -le respondió- pero saldré igualmente porque me esperan.
– Entonces le acompañaré.
– No hace falta
– Sí, sí, no me cuesta nada.
La grafía no permite entrever lo que el acento o la vista nos delatarían. Quien le hablaba, era un mantero que estaba en plaza Catalunya.
Al final de la conversación David salió después de convencer a su interlocutor que podía ir solo.
Otra historia.
Caminaban de noche. Eran un grupo de siete. Estaban fatigados porque llevaban un viaje de autobús de más de 18 horas, y uno previo de muchos más kilómetros.
– Eh! ¡No podemos continuar! -dijo uno.
– ¡Es cierto, aquella chica necesita ayuda!
– ¿Qué chica? -dijo una de las dos personas de Barcelona del grupo- No veo a nadie que necesite ayuda.
– ¡La del coche! Ha pinchado.
Se acercaron a un coche de alta gama donde una mujer casi atemorizada les preguntó qué querían. Contestaron:
– Le ayudamos a cambiar el neumático. Somos mecánicos.
Y en pocos minutos el tema estaba resuelto.
De nuevo, la traducción y el lenguaje escrito no permiten ver que quienes se ofrecieron a cambiar la rueda era un grupo de refugiados negros hablando francés o inglés, recién llegados a Barcelona hacía unas horas.
Son dos ejemplos de muchos que podríamos citar. Y que me apetece explicaros porque lo único que recordaréis de este tema recientemente es que un mantero hirió a un turista estadounidense. Y si investigáis veréis que ni siquiera ocurrió realmente como lo cuentan los periódicos.
Las historias que os he explicado son reales y las necesitamos también para entender el mundo, las personas y su corazón, pero raramente son las que salen publicadas. Por eso hoy las quería contar. En general iríamos mejor si todos pusiéramos más atención a las historias verdaderas y humanas, y menos a las falsas o manipuladas.
Así también se trabaja por la justicia.
Un chico que ignoraba esto se le acercó y le dijo:
– No salga, llueve mucho.
– Muchas gracias -le respondió- pero saldré igualmente porque me esperan.
– Entonces le acompañaré.
– No hace falta
– Sí, sí, no me cuesta nada.
La grafía no permite entrever lo que el acento o la vista nos delatarían. Quien le hablaba, era un mantero que estaba en plaza Catalunya.
Al final de la conversación David salió después de convencer a su interlocutor que podía ir solo.
Otra historia.
Caminaban de noche. Eran un grupo de siete. Estaban fatigados porque llevaban un viaje de autobús de más de 18 horas, y uno previo de muchos más kilómetros.
– Eh! ¡No podemos continuar! -dijo uno.
– ¡Es cierto, aquella chica necesita ayuda!
– ¿Qué chica? -dijo una de las dos personas de Barcelona del grupo- No veo a nadie que necesite ayuda.
– ¡La del coche! Ha pinchado.
Se acercaron a un coche de alta gama donde una mujer casi atemorizada les preguntó qué querían. Contestaron:
– Le ayudamos a cambiar el neumático. Somos mecánicos.
Y en pocos minutos el tema estaba resuelto.
De nuevo, la traducción y el lenguaje escrito no permiten ver que quienes se ofrecieron a cambiar la rueda era un grupo de refugiados negros hablando francés o inglés, recién llegados a Barcelona hacía unas horas.
Son dos ejemplos de muchos que podríamos citar. Y que me apetece explicaros porque lo único que recordaréis de este tema recientemente es que un mantero hirió a un turista estadounidense. Y si investigáis veréis que ni siquiera ocurrió realmente como lo cuentan los periódicos.
Las historias que os he explicado son reales y las necesitamos también para entender el mundo, las personas y su corazón, pero raramente son las que salen publicadas. Por eso hoy las quería contar. En general iríamos mejor si todos pusiéramos más atención a las historias verdaderas y humanas, y menos a las falsas o manipuladas.
Así también se trabaja por la justicia.
y en Catalunya Plural
Comentarios