¡ Gracias, Arcadi !

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Sucede pocas veces. Y cuando pasa, nadie sabemos muy bien cómo abordarlo. Las consignas sociales no existen para estas circunstancias. Y si la persona afectada es alguien muy especial y conocido, es un cóctel que no sabes bien cómo saldrá.


Pero a veces sale muy bien, tan bien, que parece llegar a revertir la misma trascendencia del momento.
Esto es lo que está pasando estos días con Arcadi Oliveres. El anuncio hecho sin tapujos ni anestesia por él y su familia, de su enfermedad terminal, ha sacudido a medio país. Y como decía, la excepcionalidad de la situación y el carisma de la persona, han hecho que todo se haya trastocado. La desgraciada muerte de su hijo hace unos años, enseñaron a Arcadi, que los funerales pueden ser sanadores, pero es mucho mejor si lo podemos hacer antes del funeral. Y aceptando su situación con una entereza, propia del personaje que ha sido siempre, y la gratitud de tanta gente en todo el país, ha permitido la devolución de un pequeño porcentaje de todo lo que generosamente él ha dado, durante tantos años. Y aunque el porcentaje sea pequeño, cuando es tanto lo que se ha dado y tanta la solidez que se ha transmitido, el retorno es una avalancha de gratitud, bondad y emoción.



He tenido la suerte de encontrar un momento estos días para hablar con él y abrazarlo. El mismo Arcadi de siempre. Sensible, personal, cercano y lúcido. Creo que nunca había visitado explícitamente a nadie, con la clarividencia por ambas partes de que era una despedida. Un agradecimiento, pero también una despedida.


Sólo una persona como él, es capaz de aprovechar el momento para disculparse una vez más por una anécdota sin importancia de un olvido hace muchos años.
Gestiona su despedida, con la misma lógica que gestionaba la agenda en plena actividad. Recuerdo que cuando una vez le había preguntado con qué criterio decidía que charla hacía y cual no, intentando entender la lógica, me respondíó: "El único criterio es que quepa en la agenda". Y recorría arriba y abajo toda la geografía con su furgoneta.


Su pedagogía, su discurso, sus ideas, su apoyo incondicional a cualquier iniciativa que tuviera sentido por ella sola, han hecho de Arcadi alguien muy especial. Muchas personas han visto encender valores, esperanza y espíritu de lucha en sus charlas. Hoy escuchaba alguien que explicaba que su madre decía: "Cada vez que escucho a Arcadi, pierdo un poco la fe en la maldad humana"
Y es exactamente eso. En un mundo donde todo funciona con unos esquemas muy marcados, Arcadi, con su manera de hacer, los rompía todos, y además el contenido también era nuevo y destrozaba toda la formalidad y el discurso establecido. La no-violencia y su exposición de forma pausada, pero de contenido absolutamente revolucionario, encendía todas las salas donde él ha estado contando, una y mil veces, todo lo que ha ido digiriendo y aprendiendo.


Tenemos una suerte, y es que su prolificidad, ha hecho que las semillas se hayan extendido por todas partes, y somos cientos, quizás miles que nos acordamos de él cuando tenemos que abordar un nuevo proyecto, tomar una actitud o hacer una charla. Es un buen legado. Y lo mejor de todo, es que se lo hemos podido decir antes de que se marche. Gracias, Arcadi!


 


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