¡HASTA SIEMPRE ARCADI!
Lo llamé el último martes de Marzo por última vez. Estuvimos un rato hablando. Poco, porque él ya iba con oxígeno y yo no quería ni fatigarle ni molestarlo. Pero él mismo alargaba la conversación, dándome a entender que le estaba bien. Y cuando ya nos despedíamos me dijo: "me he fijado una meta, comer la mona!".
Quedaban cinco días sólo para comer la mona. Y si, por poco, pero la ha podido comer. Aparte de despedirse de todos con elegancia, serenidad y coherencia, cumplió esta última meta simbólica.
Este era a menudo el modelo de esperanza que tenía Arcadi. Aun sabiendo que estaba muriendo, ponerse igualmente una pequeña meta, la esperanza de comerse la mona. Y así ha sido siempre. Sus datos, sus comparaciones, nos presentaban un mundo, el real, donde era todo menos alentador. Con unas magnitudes de problemas a las que parece imposible enfrentarse y menos ganar. De sus charlas siempre salías con empuje para intentar algo más o para luchar contra ello. Y siempre había alguna meta simbólica para alcanzar. La declaración de renta con objeción de conciencia por el tema militar, un posicionamiento, un no comprar según qué y según donde, etc.
A menudo cuando yo explico cosas semejantes en charlas que hago sobre la desigualdad en el mundo, transmito indignación y desánimo. Y cuando me pasa eso siempre pienso en él. De hecho, él salía (y seguirá saliendo) siempre en mis charlas. La diferencia es que él transmitía esperanza. Y esto es un arte y una habilidad que lo definía muy bien. Y ahora que mientras escribo esto escucho la radio, siento una vez más como todo el mundo le quería y es bien curioso que alguien tan beligerante y coherente, sea tan estimado. Y es que tenía un don incluso para ser alternativo.
Es el primero al que oí decir que en el mundo hay suficiente riqueza para que todas las personas puedan vivir dignamente. Y que éramos la primera generación capaz de solucionar, si queríamos, el problema de la pobreza y el hambre en el mundo. Dos mensajes que en el fondo transmiten esperanza y responsabilidad. Dos mensajes que han marcado mi activismo y nuestra responsabilidad generacional colectiva
Ahora ya no lo tenemos entre nosotros. Se ha marchado con la misma paz y tranquilidad que vivió. Quien lo ha conocido, recordará que parecía no tener nunca prisa y un punto de cojera que le hacía andar despacio, ayudaba a transmitir esa imagen. Y ha marchado igual que caminaba, poco a poco, con una sonrisa y unas palabras que al menos para mí siempre eran personalizadas, con sentido y más allá de la conversación formal.
Sólo me queda, como todo el mundo agradecer una vez más haberme cruzado con él en la vida. Agradecer haberle conocido, haberlo escuchado y haberme contagiado y encendido de energía y ganas de seguir luchando por un mundo con más justicia y menos presencia de armas y de actitudes bélicas y violentas.
Por supuesto, como yo, muchos seguiremos lo que tú creías y contabas. Tú lo aprendiste de tu padre y de Xirinacs, decías. Yo lo aprendí de ti. Pero cuento, de hecho, contamos, con la ventaja de que quien seguirá el camino ahora son cientos o miles. Son los cientos o miles que te hemos escuchado alguna vez y nos has cambiado la manera de mirar, analizar y luchar.
¡Buen viaje Arcadi! Y ¡GRACIAS, Arcadi! ¡Muchas gracias!
Quedaban cinco días sólo para comer la mona. Y si, por poco, pero la ha podido comer. Aparte de despedirse de todos con elegancia, serenidad y coherencia, cumplió esta última meta simbólica.
Este era a menudo el modelo de esperanza que tenía Arcadi. Aun sabiendo que estaba muriendo, ponerse igualmente una pequeña meta, la esperanza de comerse la mona. Y así ha sido siempre. Sus datos, sus comparaciones, nos presentaban un mundo, el real, donde era todo menos alentador. Con unas magnitudes de problemas a las que parece imposible enfrentarse y menos ganar. De sus charlas siempre salías con empuje para intentar algo más o para luchar contra ello. Y siempre había alguna meta simbólica para alcanzar. La declaración de renta con objeción de conciencia por el tema militar, un posicionamiento, un no comprar según qué y según donde, etc.
A menudo cuando yo explico cosas semejantes en charlas que hago sobre la desigualdad en el mundo, transmito indignación y desánimo. Y cuando me pasa eso siempre pienso en él. De hecho, él salía (y seguirá saliendo) siempre en mis charlas. La diferencia es que él transmitía esperanza. Y esto es un arte y una habilidad que lo definía muy bien. Y ahora que mientras escribo esto escucho la radio, siento una vez más como todo el mundo le quería y es bien curioso que alguien tan beligerante y coherente, sea tan estimado. Y es que tenía un don incluso para ser alternativo.
Es el primero al que oí decir que en el mundo hay suficiente riqueza para que todas las personas puedan vivir dignamente. Y que éramos la primera generación capaz de solucionar, si queríamos, el problema de la pobreza y el hambre en el mundo. Dos mensajes que en el fondo transmiten esperanza y responsabilidad. Dos mensajes que han marcado mi activismo y nuestra responsabilidad generacional colectiva
Ahora ya no lo tenemos entre nosotros. Se ha marchado con la misma paz y tranquilidad que vivió. Quien lo ha conocido, recordará que parecía no tener nunca prisa y un punto de cojera que le hacía andar despacio, ayudaba a transmitir esa imagen. Y ha marchado igual que caminaba, poco a poco, con una sonrisa y unas palabras que al menos para mí siempre eran personalizadas, con sentido y más allá de la conversación formal.
Sólo me queda, como todo el mundo agradecer una vez más haberme cruzado con él en la vida. Agradecer haberle conocido, haberlo escuchado y haberme contagiado y encendido de energía y ganas de seguir luchando por un mundo con más justicia y menos presencia de armas y de actitudes bélicas y violentas.
Por supuesto, como yo, muchos seguiremos lo que tú creías y contabas. Tú lo aprendiste de tu padre y de Xirinacs, decías. Yo lo aprendí de ti. Pero cuento, de hecho, contamos, con la ventaja de que quien seguirá el camino ahora son cientos o miles. Son los cientos o miles que te hemos escuchado alguna vez y nos has cambiado la manera de mirar, analizar y luchar.
¡Buen viaje Arcadi! Y ¡GRACIAS, Arcadi! ¡Muchas gracias!
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