Pena de muerte para los catalanes corruptos
Os ha sorprendido el título, ¿verdad? No me extraña. No tiene ni pies ni pies. Es evidente. Por varias razones.
Primero, porque la pena de muerte es cierto que es legal en algunos países, pero como sociedad madura tenemos asumido que no tenemos derecho a matar a nadie. Segundo, porque lo que debemos pedir es que nadie sea corrupto, y cargarse a los corruptos no es ninguna garantía de que los sustitutos/as, no lo sean. En tercer lugar, es chocante que lo centre sólo en los catalanes. ¿Agrava la corrupción que sean catalanes? No, es una tontería. La corrupción va asociada a prácticas, no a un origen. Esto sería racismo, discriminar por su origen.
Y pues, si está tan claro que este titular es una tontería, como puede que este otro titular de la semana pasada no nos despierte las mismas sensaciones:
"Piden la expulsión inmediata de los migrantes multirreincidentes".
Tiene las mismas tres inconsistencias. La primera, pedir la expulsión. Al igual que la pena de muerte, la expulsión puede llegar a ser legal, pero expulsar a alguien de un sitio, sólo porque no ha nacido allí, no es un derecho que realmente tengamos. Es un derecho que nos hemos atribuido a consecuencia de crear fronteras artificiales en el mundo. Pero no, no es realmente un derecho humano.
La segunda, porque lo que debemos pensar es cómo conseguimos que no haya delincuencia, y qué la genera. Sin el ejercicio de análisis de las causas, expulsando a 11 delincuentes no evitaremos que vengan otros a ocupar su puesto.
El tercero es pensar que centrarlo en los migrantes soluciona el problema. ¿La delincuencia es peor si son migrantes? Si han nacido aquí, y no podemos expulsarlos, ¿se habrá acabado el problema? Si la delincuencia multirreincidente es de personas nacionales, ¿no nos preocupará? ¿O la delincuencia es mala “por sí” y no por quien la practica?
Espero que, ahora, el titular de la noticia nos explote en la cabeza como lo hace el titular del artículo.
No dudo que existe un problema real al que es necesario buscar solución. Pero en la exposición del problema, a contraluz, se adivinan inconscientemente todos los fantasmas y todos los miedos interiores que tenemos. Es demasiado fácil cargar las culpas siempre a los más débiles.
El titular tiene un pellizco de racismo, uno de aporofobia, uno de irresponsabilidad y uno de populismo. Alimenta monstruos, señala colectivos, es desafortunado y no está en consonancia con la celebración que todos hemos hecho de los 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Y lo peor de todo, es gratuito, no va a servir de nada. Bien, gratuito, no, porque no servirá para resolver el problema y sí servirá para alimentar a otros.
La solución del problema, de éste y de cualquiera, no es chutarlo hacia otro lado. Desgraciadamente, los problemas tienen causas, y si chutas los síntomas sin combatir las causas, volverán a aparecer.
Pero nos equivocamos si para llamar la atención de problemas, proponemos soluciones que en verdad no lo son y, al hacerlo, señalamos a colectivos y alimentamos a los monstruos del miedo. Es éticamente inaceptable y políticamente ineficaz.
¡Seamos responsables!
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