Las predicciones del 2018 alrededor de la pobreza


La última semana de diciembre es habitual hacer balance del año en curso y de las  previsiones del siguiente. No suele ser tan habitual hacerlo pensando en clave de "pobreza". Alrededor de la pobreza hay predicciones que serán visibles, las hay ocultas y las habrá invisibles.


Las visibles y que provocarán más presencia en periódicos y noticiarios en relación con la pobreza seran las catástrofes naturales. Y dentro de las catástrofes naturales, la sequía, las inundaciones y los huracanes que se están incrementando debido al cambio climático. Fenómeno que tiene su origen en países ricos básicamente aunque las consecuencias principales son en países empobrecidos. No olvidemos, cada vez que veamos una noticia de estas, que las consecuencias de una catástrofe natural son el resultado de la fórmula "Impacto = Intensidad del fenómeno x Vulnerabilidad de la población". Y, por tanto, grandes daños provocados por catástrofes nos hablan de la pobreza más que de la naturaleza.

Las ocultas, o sólo visibles con una mirada crítica, son las de la desigualdad y la pérdida de derechos y espacios de participación ciudadana. Ambas son globales pero con expresiones locales. Si el crecimiento económico que habrá en España y Cataluña este 2018 sigue los patrones de distribución actuales, al final del 2018 tendremos más gente pobre o en el umbral de la pobreza. Y en el mundo, tres cuartos de lo mismo. El principal obstáculo para combatir la pobreza es el crecimiento de la desigualdad extrema. La pérdida de derechos y espacios de participación de la sociedad civil es visible en las actitudes y leyes con consecuencias para todo el que piensa diferente de lo que los gobiernos consideran "bueno" para la sociedad.
Lo hemos visto claramente en Cataluña, pero nos podrían hablar los titiriteros de Madrid, los jóvenes de Altsasu o n'Helena Maleno, a quien están juzgando a Marruecos a instancias de un informe de la policía española por el delito de salvar vidas.
A escala global estos espacios se están reduciendo en todas partes y las muertes de defensores y defensoras de los derechos humanos, desgraciadamente están incrementándose debido a la impunidad que dan los gobiernos a estos actos.

En el grupo de las invisibles, no podemos olvidar la peor consecuencia de la pobreza, el hambre. No es nueva, y por eso ya no hablamos de ella. Este 2018 el hambre matará 9 millones de personas. Sí, 9 millones según las previsiones optimistas. Hace pocos días me hablaba José Barahona contándome la dura situación de hambre que están sufriendo 4 millones de personas desplazadas por la violencia y el desgobierno que hay en Rep. Democrática del Congo..

Pero también hay otra predicción más que hará digeribles las anteriores: seguirá habiendo una multitud  de gente luchando contra estos tres tipos de previsiones.

          Gente desde las entidades (trabajando o dando apoyo económico y/o con activismo),
          gente desde la calle pidiendo acoger refugiados o luchando contra la violencia de género, o
          gente en todas partes luchando contra las políticas injustas de los gobiernos.

Estas personas imprescindibles evitarán que estas predicciones sean peor de lo que serían y son las que revertirán las tendencias.

                Movilizaciones (como las que hemos tenido en Cataluña) por temas políticos o sociales,
                ciudadanía consciente de que existe un recorte real de derechos
                y personas con espíritu crítico analizando la situación con ojos globales,
son los enemigos más grandes de los poderes económicos, los gobiernos y los estados que las quieren perpetuar.

La clave para evitar que las predicciones de cara el 2019 sigan en la línea de las del 2018 está en nosotros. En nosotros si adoptamos actitudes más políticas y si estamos junto a cualquier lucha justa, sea la que sea y esté donde esté.
Y si la "ley mordaza" española no nos lo impide.

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