Techos de cristal
En España el 20% más pobre abandona la escuela 41 veces más que en el 20% más rico. Mientras el 70% de hijos de universitarios, serán universitarios, la mitad de los hijos de padres que han estudiado sólo la ESO, sólo llegarán a la ESO. La probabilidad de cambiar esto es 10 veces superior en Alemania y 23 veces en Francia.
Estas cifras son una consecuencia invisible de la crisis. Antes de la crisis, estos números no eran tan escandalosos y las personas, con esfuerzo, podían romper el techo de cristal actual.
La crisis ha precarizado muchas familias y de eso todo el mundo conoce algún caso. También sabemos que en el mundo hay un nuevo mil-millonario cada dos días. Estos mil-millonarios ganan cada día 2.500 millones de dólares. La mitad de la población mundial sobrevive con menos de 5,50 $ al día (un máximo de 160 € al mes). Las 26 personas más ricas del mundo tienen la misma fortuna que los 3800 millones de personas más pobres del planeta (la mitad de la población).

Y en este punto, nos estalla el cerebro y pensamos que tenemos que cambiar esto de una vez por todas. Hay que cambiar la desigualdad económica, la desigualdad de poder, a la desigualdad de derechos y no olvidarnos de combatir la desigualdad invisible, la desigualdad de oportunidades. Mientras los efectos son visibles, aunque sea difícil, es posible abordarlos. Cuando están escondidos y como el caso que citaba al empezar, son invisibles, se perpetúan.
Son datos para reflexionar y sobre todo para no conformarse con la situación actual, porque es absolutamente injusta en lo que es visible y terriblemente inhumana en lo que es invisible.
El mismo estudio de Oxfam Intermón nos dice que el acceso a una educación y una sanidad pública de calidad, es un factor de reducción de desigualdad. La crisis, la falta de recursos y el mito de la eficiencia de la privatización están desguazando el sistema. Lo llaman estado del bienestar pero de hecho, es un estado de derechos y hay que defenderlo. Estamos defendiendo derechos fundamentales, no privilegios. Defendemos derechos y al mismo tiempo mecanismos que luchan contra la desigualdad. La visible y la invisible, la de oportunidades.
Dejemos que sea el esfuerzo y no el apellido lo que nos permita tener una vida mejor. O mejor dicho, evitamos que con según qué linaje, te esfuerces lo que te esfuerces, tengas el paso cerrado a un futuro mejor.
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Estas cifras son una consecuencia invisible de la crisis. Antes de la crisis, estos números no eran tan escandalosos y las personas, con esfuerzo, podían romper el techo de cristal actual.


Y en este punto, nos estalla el cerebro y pensamos que tenemos que cambiar esto de una vez por todas. Hay que cambiar la desigualdad económica, la desigualdad de poder, a la desigualdad de derechos y no olvidarnos de combatir la desigualdad invisible, la desigualdad de oportunidades. Mientras los efectos son visibles, aunque sea difícil, es posible abordarlos. Cuando están escondidos y como el caso que citaba al empezar, son invisibles, se perpetúan.
Son datos para reflexionar y sobre todo para no conformarse con la situación actual, porque es absolutamente injusta en lo que es visible y terriblemente inhumana en lo que es invisible.
El mismo estudio de Oxfam Intermón nos dice que el acceso a una educación y una sanidad pública de calidad, es un factor de reducción de desigualdad. La crisis, la falta de recursos y el mito de la eficiencia de la privatización están desguazando el sistema. Lo llaman estado del bienestar pero de hecho, es un estado de derechos y hay que defenderlo. Estamos defendiendo derechos fundamentales, no privilegios. Defendemos derechos y al mismo tiempo mecanismos que luchan contra la desigualdad. La visible y la invisible, la de oportunidades.
Dejemos que sea el esfuerzo y no el apellido lo que nos permita tener una vida mejor. O mejor dicho, evitamos que con según qué linaje, te esfuerces lo que te esfuerces, tengas el paso cerrado a un futuro mejor.
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