Fiscalizar el voto de las personas con discapacidad?
Articulo publicado originariamente en el Diari Ara el 16 de Marzo: http://bit.ly/ARAvotjoan19ESP

El pasado 6 de diciembre coincidiendo con el 40 aniversario de la Constitución el BOE publicó una reforma de la ley electoral que permitía votar a las personas discapacitadas acabando así con una anomalía histórica de la democracia española. Todos los que tenemos hijos discapacitados conocemos los razonamientos absurdos y las decisiones arbitrarias de muchos jueces que durante años han intervenido para negar este derecho: se les pregunta por ejemplo cuántos senadores aporta Cataluña al Senado o si saben distinguir entre un sindicato y un partido político. ¿Y cuánta gente no votaría en España si aplicáramos este criterio a todos? Afortunadamente, y siguiendo las consignas del derecho internacional, este derecho se ha recuperado y en las próximas elecciones podrán votar más de 100.000 personas más.

¿Alguien se imagina que al entrar a un colegio electoral tuviera que pasar el filtro de interventores o apoderados que decidieran si nuestro voto es consciente, libre o voluntario? ¿Os pasa por la cabeza? ¿Qué preguntas nos harían para determinar esta libertad, conciencia o voluntariedad? ¿Cuánta gente no podría votar en este caso? ¿Cazas de brujas de votantes? ¿Evaluarán también la capacidad de muchos abuelos y abuelas ingresados en residencias? ¿La de mucha gente que vota a partidos dispuestos a recortar incluso el derecho a voto si tienen la oportunidad? No parece aceptable, pero cuando hablamos de personas discapacitadas a menudo aceptamos cuestionarnos lo inaceptable. Como nuestras capacidades son las mayoritarias, despreciamos las suyas, y pensamos que la diferencia les inhabilita. El derecho a votar, como cualquier otro derecho humano, es inherente al hecho de ser persona y punto.
Hace unos días Arcadi Espada ponía en duda su derecho a la salud y educación públicas y ahora les aprobamos el derecho a voto para cuestionarlo inmediatamente después. ¡Basta! Pensando en mi hijo, me parece surrealista que, con la ilusión de sus primeras elecciones, alguien empiece a investigar sobre su capacidad o libertad de votar lo que quiere votar. Diariamente ya soportamos las microvulneraciones (o no tanto micro) de derechos que tienen, para que ahora también tengan que pasar un trance así en el colegio electoral. Si no se puede impedir el voto, ¿cuál es el objetivo de este dictamen? Criminalizar a las personas con discapacidad y perpetuar la idea de que cualquiera puede cuestionar su conciencia, libertad o voluntariedad.
Es muy grave. Ahora, cualquier persona, aunque no tenga ninguna formación, podrá juzgar, sembrar sospechas y decidir si el voto de mi hijo es libre, consciente y voluntario. Teniendo en cuenta que en estas elecciones habrá apoderados e interventores de partidos predispuestos a recortar derechos de los ciudadanos, ¡ni hecho a medida! Un abuso de poder contra los más vulnerables por parte de una Junta Electoral anclada en el pasado, y que sólo se entiende como venganza por una ley que no les habrá gustado.
Exigimos que la Junta electoral cambie esta disposición. No puede ser que los teóricos garantes de un proceso sean los principales sospechosos de negar los derechos del mismo proceso. Mi hijo con Síndrome de Down tiene, a estas alturas, más claro a quién quiere votar que sus hermanos. Si esto no se cambia, tendremos que entender que no estamos en un estado de derecho, sino a un estado que otorga a cualquier el poder de interpretar el derecho de un tercero, sobre todo si éste pertenece a un colectivo vulnerable.
PD. Se abrió una campaña de firmas para que derogasen el decreto y el 21 de Marzo la Junta Electoral Central RECTIFICÓ, publicando un nuevo redactado el BOE. A pesar del éxito de la rectificación, no habrá normalidad hasta que no haya que matizar los derechos de según quien, porque entonces sí que serán realmente iguales a los demás.
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