La mala ventura de Buenaventura

Después de 50 años de guerra, el 23 de junio en Colombia se firmó la paz entre el ejército y la guerrilla. Es una grandísima noticia. Una de cal entre muchas de arena. Ahora habrá construirla de verdad y apoyar para reconstruir un país con tantas heridas abiertas.

En Cataluña tenemos una Taula Catalana por Colombia que reúne a todas las ONG y administraciones catalanas y trabaja y hace seguimiento de la situación del país. Gracias a ello sabemos, por ejemplo, lo que ocurre en Buenaventura.
Buenaventura es una ciudad muy pobre de la costa colombiana. De población mayoritariamente afrocolombiana (un 80% aproximadamente), ha sufrido altos niveles de violencia denunciados por muchos organismos internacionales (5.047 asesinatos, 548 desapariciones).

Buenaventura ha tenido la "mala ventura" que alguien decidiera que debía ser uno de los principales puertos de mercancías del país. Desde entonces la vida de los vecinos ha empeorado: han llegado millones de dólares para ampliar el puerto y mejorar las infraestructuras pero los han obligado a marchar de la zona (152.837 personas han sido víctimas de desplazamiento forzado). Los que resisten cerca del puerto malviven con las casas y los servicios afectados por las obras y se han quedado sin poder pescar. Los que encontraron trabajo en la construcción tienen jornadas larguísimas con sueldos bajísimos.

Esta realidad la vemos en muchos países. A menudo los inversores internacionales no tienen en cuenta el interés de la gente local. Este caso nos duele más porque la empresa que hay detrás de la construcción el puerto es o era (han tratado de venderla) una empresa catalana.
Muchas organizaciones han trabajado para denunciar la situación y todas las irregularidades administrativas y judiciales que se han producido, y mejorar las condiciones de vida de la ciudad.

Recientemente la Taula Catalana por Colombia organizó una visita de una comisión de expertos catalanes y presentaron el informe y nos contaron sus dramáticas constataciones en el Parlamento de Cataluña. Para evitar estos casos propusieron crear un organismo catalán para controlar la acción de las empresas catalanas en el exterior. Esto también es cooperación internacional y trabajar por la justicia social. De otro modo pero lo es.

No se pueden rebajar los estándares de respeto a los derechos humanos cuando nos alejamos de nuestro país, aprovechando la pobreza y la vulnerabilidad de la gente y la débil legislación de algunos países: también debemos exportar derechos.

Las grandes desigualdades globales se construyen a partir de muchas desigualdades locales como las de Buenaventura. La Paz necesita empresas responsables. Colombia necesita empresas catalanas responsables. Y Cataluña también.


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