¡Con sentido del humor!


Carmen es una mujer indígena con años de lucha a sus espaldas, pero de edad difícil de concretar. Enérgica. Habla con autoridad. Es de una aldea del Perú. Nunca hubiera imaginado viajar un día fuera de su país. Estaba predestinada a hacer y ser lo que había hecho y sido su madre, su abuela y su bisabuela. El campo, la familia, y afrontar el día a día, luchando para que los hijos e hijas y el marido, tuvieran lo mínimo imprescindible. Siempre cuidando de todo lo que rodea a la familia y acostándose demasiados días, sin saber que comerían al día siguiente. Forma parte de esas culturas de una rica tradición oral, pero sin haber tenido ninguna oportunidad de aprender a leer y escribir, ni su lengua, ni el castellano.
Pero un intento de desalojo de sus tierras, las enfrentó a perderlo todo. Y se organizaron. Alguien tenía que liderar el grupo de mujeres, que con más valentía que sus maridos, hicieron frente a la ocupación. Y sin querer, ni darse cuenta, se puso ella a la cabeza. Días de lucha y más lucha para acabar consiguiendo quedarse en sus tierras, las de siempre, las de todos sus ancestros.
Estuvimos a su lado para apoyar su lucha y nos lo han agradecido siempre.

Después de aquella, vinieron otras luchas para conseguir vivir con dignidad. Se convirtió en una lideresa fuerte y carismática que ha seguido a la cabeza del movimiento regional. No se definía como feminista, pero era evidente que la suya era una revuelta de las mujeres. A ellas no le hacía falta ponerle ningún nombre.

Es impresionante escucharla explicando su lucha, la dureza de lo que enfrentaron, las miserias y lo que puede llegar a hacer el poder económico y el capital cuando está decidido a ganar dinero como sea. Y es más duro aun cuando el poder político y la policía y el ejército están al servicio del poder económico y atacan con impunidad y salvajemente a la población. Son impresionados estas historias. Llena de coraje estar en contacto con gente que ha luchado tanto.

Acabó la reunión y me quedé hablando con ella mientras esperábamos que llegara el tren que nos devolvía a la Madrid. Me preguntó por las campañas que teníamos y se las expliqué. Aún impresionado le expliqué también que, en muchas de ellas, no conseguíamos resultados y que me indignaba tanta dejadez, tan poco apoyo de una gran parte de la ciudadanía a veces y tan poca conciencia de algunos políticos.
Me paró, me miró y me dijo con fuerza y convicción:
- Doctor! (Para los sudamericanos el protocolo y los títulos son importantes y hay que respetarlos) Va a tener que luchar usted toda la vida por algo. Si no es por esto, será por cualquier otra cosa. ¿Verdad?
- Verdad, le contesté.
- Pues no lo haga enfadado y hágalo de buen humor. Algo que hay que hacer toda la vida, es imprescindible hacerlo de buen humor.

Me quedé callado. Una sola frase condensaba toda la filosofía de la lucha y su sostenibilidad en el tiempo. Es espectacular toda la fuerza y enseñanza que destilan tan pocas palabras.
Paré de caminar, me la miré ... ¡y sonreí!
- ¡Exacto!, ¡así !, me dijo

Y tenía toda la razón. Una cosa es que luchemos convencidos, con convicción y reclamando derechos que demasiado a menudo se ven vulnerados, pero otra cosa es, como lo hacemos.
Estamos demasiado acostumbrados a ver políticos, famosos e incluso activistas que para demostrar su lucha y que tienen razón, están permanentemente enfadados.

Aprendamos de las personas que saben realmente lo que es luchar es condiciones que casi nadie de nosotros soportaría. ¡Aprendamos de Carmen, y luchemos como ellas!
¡Luchemos y hagámoslo siempre por alguna causa noble o por alguien que sufre injustamente, pero siguiendo su consejo, no confundamos estar indignados con estar enfadados con todo y con todos!
¡Luchemos con una sonrisa! ¡Y sobre todo con sentido del humor!


Artículo publicado en la revista "El Portal" de Centelles num. 286 de Junio del 2018

Comentarios

Entradas populares de este blog

Jesús nace en Gaza. Navidad 23

¿Votamos lo que queremos?

Jesús nace en prisión. Navidad 2022

Navidad 2014. Mi visión de esta Navidad

Sucesión, un impuesto invisible.

Navidad 2018: Mi visión de esta Navidad