Jugando con fuego

Articulo publicado en CatalunyaPlural el 9 de marzo del 2020                                                              En català 

No aceptar los problemas y tratarlos cuando llegan, es una fuente de dolores de cabeza y la peor forma de resolverlos. O dicho de otro modo, la mejor manera de complicarlo todo, y agrandarlos como las bolas de nieve cayendo sobre nieve virgen.

Europa, hacía muchos años que no miraba el problema de las migraciones de frente y en 2015 decidió directamente no afrontarlo y desviar el problema hacia terceros. La llegada de un número importante de refugiados sirios a la isla de Lesbos incrementaba el tráfico ya existente de personas de diversas nacionalidades. El origen de las llegadas, como se ve en este vídeo de CEAR, ha ido variando, pero en 2015 la llegada de personas de Siria fue la que disparó las alarmas.



Sí, parece mentira, pero lo que disparó las sirenas de emergencia no fue la llegada de personas pobres sino la de personas de clase media o alta que huían de una guerra. Y entonces Europa decidió delegar el problema en terceros países (para no mancharse las manos con ningún trabajo sucio) y dejar también en la estacada a los países que eran punto de entrada: Grecia, Italia y España. Una decisión ciertamente preocupante en una Europa que quería crecer junta y que dejó hundir en la miseria a Grecia, que contribuyó a hacer crecer a la ultraderecha y la xenofobia en Italia, y que decidió no mirar qué pasaba en España.

Y no hay que ser muy astuto para saber que delegar el «marrón» a los vecinos no es una buena idea, pero si los vecinos son estados como Turquía, Libia y Marruecos, es comprar todos los boletos en la lotería de hacer el problema más grande y complicar mucho su solución.

Mejor no saber qué nos ha costado el acuerdo con Marruecos. Seguramente una indecencia en euros y otra en rebajas a los derechos humanos en un país que ya los tenía a precio de saldo. Si sabemos lo que nos está costando delegarlo en un no-país como Libia, donde nos estamos dejando millones de euros para que las mismas patrulleras libias sean el principal enemigo de los náufragos y de las entidades de salvamento, en vez de ser quien les ayude.

Otra decisión flagrante de Europa, que sigue cargándose la legislación internacional, esta vez la de mar abierto. Y además sabiendo que en Libia hay algunos de los campos de detención más salvajes y mortíferos que se han conocido.
Sabemos también los que nos costó que Turquía cerrara el grifo: 6.000 millones de euros. Pero un delincuente que ve dinero fácil, ni tiene palabra ni se conformará con 6.000 millones si ve que el proveedor pagará lo que sea. Y ese es el caso de Turquía, envuelto en miles de frentes internacionales y en el propio frente interno para mantener el poder. Su presidente hará lo necesario para mantenerlo. Entendiendo por lo que haga falta… lo que sea necesario. Ya lo saben los que se están pudriendo en las cárceles sólo por la sospecha de no simpatizar con su presidente.

Y claro, ha estallado la burbuja que hemos ido hinchando y ahora que ya no la podemos esconder, Europa se comporta como Turquía, Libia o Marruecos. Y así nos llegan las imágenes de lo que está pasando en Grecia y cómo estamos tratando a los refugiados con fuego real en mar abierto o con violencia extrema en la frontera. En la misma línea, el Tribunal Europa de Derechos Humanos decide incomprensiblemente que las devoluciones en caliente no son ilegales, se cierra de nuevo el caso del Tarajal, se suspende la convención de Ginebra en Grecia y ahora todos los países pondrán a su disposición a sus ejércitos para ayudar a Grecia a evitar, por la fuerza, que lleguen refugiados. Violencia injustificable contra inocentes a costa de los derechos humanos, los valores europeos y de la dignidad de la unión. Ya parece que incluso se han olvidado las caretas para negar el respeto a los valores fundacionales y se hace a cara descubierta.

La convención de Ginebra inspirada y redactada por Europa y sus recientes guerras, no pensó entonces que reconocer personas, reconocer refugiados, era en ambos sentidos. Una tristeza. Y estos días ya sin disimular, todo el mundo ha decidido que los intereses son los intereses y que ser persona queda sólo para los momentos en los que esto no tenga costes económicos, sociales o de poder.

Y lo peor de todo esto es una vez más que este cinismo e hipocresía se destapa, no por la llegada de personas pobres que huyen de sus países buscando una oportunidad, sino por personas de clase media y alta a las que una guerra ha echado de sus casas y su país. Una guerra como siempre cruel, en la que la diplomacia, los intereses estratégicos europeos y las armas que les vendemos a todos juntos, son más importantes que el daño que hacen.

Si se pudiera medir en toneladas todo el sufrimiento en la frontera, en Siria, en los campos de Lesbos, en las calles de toda Europa, en …. no tendríamos ninguna grúa suficientemente potente para soportarlo.

Que no nos engañen más. Hagamos todo lo que esté en nuestras manos para que nuestros dirigentes sepan que esto no es lo que una inmensa mayoría queremos. Ni es lo que nos han vendido como Europa, ni es lo que aceptamos como humanos.
Y hagamos lo posible para acoger humanamente, a todos los niveles, a las personas que ya han llegado. ¡Por favor! Organizaros en pueblos y ciudades para dar la cara más humana que tenemos, que será la mejor respuesta a tanta inhumanidad, injusticia y ignominia. Como ciudadanía acogiendo a quién sea y como ciudadanos exigiendo a nuestros políticos.


Y si estáis perdidos en como concretar demandas políticas aquí tenéis unos documentos que os pueden ayudar:

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