Los días D, no sirven para nada

El original de este post se ha publicado en el blog desigualdad,

Hoy, 20 de Junio, amanecerá en Zaatari (Jordania).
    Y saldrá el sol en el valle de Bekaa (Líbano).
        También las primeras luces iluminarán Grecia mientras vacían inhumanamente algún campo improvisado.
            Y en Nyarugusu  (Tanzania) también verán aparecer el sol detrás de las montañas junto a la frontera de Burundi.
                Y la arena de Tinduf (Argelia) también reflejará el sol y el calor.
                    Y en Batil (Sudan del Sur), y  Rwamanja (Uganda) y….

No habrá música especial ni fiesta grande en ningun campo de refugados. Ni hinchables. Ni asado. Ni actividades infantiles especiales. Ninguno de los síntomas que en algunos lugares nos indican que hay una celebración. Ni tan siquiera sabrán que el lunes, 20 de Junio, es su día: el día de las personas refugiadas. No habrá nada especial en los campos.  Amanecerá y como cualquier día verán avanzar el sol hasta el ocaso, suspirando por poder ver un amanecer otra vez en su propia casa.

Hoy, como ayer y anteayer, se preguntarán por qué les ha tocado esto, y cuando podrán volver a su casa o a su país. Son las dos únicas preguntas que irán dando vueltas a su cabeza mientras el sol hace todo su recorrido.

Y la desesperanza dará un cuarto de vuelta más a su tuerca.
    Desesperanza porque no ven el momento de volver a casa.
        Desesperanza porque,  más allá de los que trabajan en su campo, creen que nadie sabe de su existencia ni se preocupa realmente de su injusta situación.
            Desesperanza de semanas, de meses, de años, o algunos incluso de lustros.

Los refugiados de Europa saben al menos que los voluntarios y las televisiones están de vez en cuando a su lado.  Esto les ayuda a mantener el ánimo y a continuar luchando. Pero las cámaras y los voluntarios  no les libran de la vulnerabilidad y de abusos cuando estas no están

Palabras como nacionalidad, conflicto o pasaporte cobran más fuerza que la palabra persona, y partir de ahí empiezan a dejar de respetarse sus derechos y su dignidad. Aunque no se lo reconozcamos, los Derechos y la dignidad de las personas viajan con ellos donde quiera que vayan porque son inherentes a la persona, no a su origen.

Hoy,  si las prisas y la actividad no nos lo impiden, hagamos un pequeño alto en el camino.
   Al amanecer miremos el sol -como lo harán ellos -, y acordémonos de que en muchos lugares del
mundo, -ese mismo sol- será el testigo simultáneo de nuestro día y de su vuelta de tuerca de desesperanza, injusticia y lucha.
       A mediodía, cuando para ellos y nosotros el sol vuelva a estar en su punto más alto,
           y al anochecer cuando los rayos debilitan la luz, volvamos a acordarnos de que es el día del refugiado.


No servirá de nada, como no sirve de nada que tengan un día internacional al año. O sí?
    El sol te podrá conectar cada día a las personas refugiadas.
        Y quizás hoy una nueva noticia de refugiados captará tu atención.
            Y luego te avisan que hay una concentración para parar una guerra o de apoyo a refugiados, y no la evitas.
                Y luego firmas una petición y propones el tema al AMPA, escribes en las redes, lo hablas en el trabajo,….
                     y en las elecciones decides tu voto teniendo en cuenta qué dicen los partidos sobre esta cuestión, y cómo es de sólida dentro de su política exterior.
                         Y después...  en definitiva, hablas de ellos y los tienes un poco más presentes. Todos y todas las refugiadas del mundo, no sólo los que están cerca.

Sí, efectivamente los días D no sirven para nada por sí mismos. Pero igual el ocaso de este 20 de Junio no será, como ha sido otras los años anteriores, el ocaso del tema hasta el 20 de junio del próximo año.
No los invisibilizemos todo el año!
Que el sol de cada amanecer haga visible su realidad a traves nuestro. El mero hecho de hacerlos visibles pone la primera piedra para cambiar su realidad y da un cuarto de vuelta a su esperanza.

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