Refugiados que no vienen, refugiados que no los son



La luna llena resplandeciente ilumina esta noche todo el interior de la tienda. Sólo tiene que atravesar el plástico blanco con las letras UNHCR (ACNUR) que la cubre desde que llegaron hace 2 años.

Venían huyendo de la guerra, de Siria , dejando atrás casa, tierras y ganado. Se fueron sin nada.

Se establecieron en el Líbano, en la fértil Valle de Bekaa, justo detrás de las montañas que marcan la frontera. Estan tan cerca, que por la noche oyen el ruido de los bombardeos en su país.

Dentro, los once miembros de la familia duermen directamente sobre unas esteras que los separan del suelo, tapados con unas mantas. Están a 900m de altura y hace frío, pero no encienden la estufa porque todavía se puede soportar. El invierno es muy frío y tienen muy poca leña. En alguna de las tiendas la luz de la luna entra un poco menos porque por dentro han podido poner una tela que hace más agradable la estancia y los aísla un poco del frío.

Viven en el Líbano sin ser reconocidos como refugiados. Líbano no reconoce los refugiados a pesar de que tienen un millón. Uno por cada cuatro libaneses. Y como no están reconocidos, tienen que pagar alquiler por el espacio donde plantan la tienda.

Las ONG les ha provisto de agua y letrinas. UNHCR les da  27dolares por persona/mes para todos los gastos. El coste de la vida sólo es un poco más bajo que en nuestro país. Como no están reconocidos no pueden trabajar legalmente; lo hacen esporádicamente, a escondidas y cobrando una miseria.
La vida es dura en el Valle de Bekaa, y todo el mundo ruega que no se complique aun más, ya que no tienen asistencia sanitaria y muchos de sus hijos tampoco pueden ir a la  escuela. Por chocante que nos parezca, la inmensa mayoría de refugiados sirios, los que más sufren, no son los que vienen a Europa. Sorprendentemente la mayoría de los Sirios, los que estan en Libano, Jordania, Turquia y en la propia Síria no salen nunca en nuestros informativos.

Hoy les ha visitado un trabajador de Oxfam Intermón y pese a que sólo piensan en volver a casa le han preguntado porque no les pueden poner un barco para llegar a Europa y evitar tanto sufrimiento y las mafias del camino

No he sabido que contestar, silencio, pero he pensado que es imprescindible presionar a los gobiernos que trabajen decididamente por la Paz en Siria,
Y mientras no lo hacen deberíamos ayudarles más y mejor.


Artículo publicado en la columna mensual de la revista El Portal de Centelles (Num 256 Diciembre 2015)

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